miércoles, enero 12, 2011

Tradiciones Dicembrinas III Parte: Las Posadas

Imágenes y folklore, piezas fundamentales en una posada.
Ocurre en la celebración navideña guatemalteca una fusión de varios aspectos culturales, donde hay aporte de la herencia árabe occidental, las ceremonias mayas y el legado de la cultura afrodescendiente. Celso Lara califica la Nochebuena guatemalteca como una de las más hermosas de América Latina que hoy lucha fervorosamente por no ser absorbida por las grandes corrientes de la uniformización cultural.

El pueblo de Guatemala y de la Nueva Guatemala de la Asunción en especial, canta durante todo el mes de diciembre. El gran ciclo de fiestas se abre el día siete con la quema del Diablo, una ceremonia por medio de la cual se purifican las fiestas que se aproximan: las de la Virgen de Concepción (6-10 de Diciembre), las de la Virgen de Guadalupe (12-13 de diciembre) y las fiestas de Nochebuena (16-24).

Las fiestas de Nochebuena incluyen las tradicionales posadas que inician el 16 de diciembre. Durante nueve días un despliegue de pequeñas andas con las imágenes de José y María, decoradas a gusto de la comunidad, por lo regular con ranchitos de paja, cordones de manzanilla, musgo, pashte, flores de pascua, chichitas y velas, recorren las calles de los barrios viejos de las urbes y los campos de Guatemala en honor al peregrinaje de la Santa Pareja por Belén y por los nueve meses de gestación de la Virgen María.


Una tradición que es deleite principalmente para los niños, quienes con farolitos hechos de madera y papel celofán de colores, iluminan la romería con la tenue luz de una candela. Se cantan viejas canciones cuyas raíces se hunden en la historia del arte popular occidental. Los cánticos son acompañados por instrumentos netamente autóctonos: pitos de barro, chinchines hechos de morros y un caparazón grande de tortuga, que al ser golpeado en el peto con una baqueta de madera, aporta una melodía sonora e inigualable con la que se distingue esta celebración. El escuchar el tucutú – cutu, tucutú –cutu en la calle, es señal de una alegre posada al paso.


Rito de las posadas:

La creatividad de las andas es bella.
Previo al 16 de diciembre se elabora la pequeña anda, ya sea en la Iglesia de la comunidad o en casa del cofrade en los pueblos. Se buscan ocho viviendas entre los pobladores, las que recibirán la posada. Luego de la bendición del anda parten de la Iglesia o casa hacia el primer hogar que recibirá a los Santos Señores. El anda es cargada por los niños quienes se turnan entre sí. Van por las calles coreando cánticos al son de la tortuga y chinchines. Al llegar a la casa que ofrecerá la posada tocan la puerta y entonan el tradicional canto: “En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada…” y las personas que están dentro de la vivienda responden con otra copla, y así hasta culminar la canción con la conocida estrofa “entren santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón, aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”… suenan cuetillos en la acera al ingresar el anda y todas las personas a la casa donde todos juntos leen un pasaje de la Biblia, se reza y se entonan más cantos navideños.


Al concluir el rezo, la familia que recibe posada ofrece un refrigerio a las personas, esto va desde chuchitos, tamalitos de cambray,  tamalitos torteados, tamales negros o colorados, paches, tostadas, o bien, churros o chiqueadores, todo acompañado de bebidas calientes como el ponche de frutas, el chocolate o el café con canela. Al día siguiente, siempre por la noche, llegan por el anda para llevarla a otra casa. Y así durante ocho días. El noveno día, o sea el 24 de diciembre, la posada regresa al lugar donde partió por primera vez, allí es ofrecida una ceremonia. En la Iglesia católica es la tradicional Misa de Gallo.
HISTORIA

La tradición, tanto de las posadas como los nacimientos o belenes, se le atribuye al Santo Hermano Pedro de San José de Betancourt, pues fue el pionero, dado su entusiasmo y amor a la Virgen y a Cristo, de inculcar en los pobladores de aquella época la costumbre de celebrar la Navidad con fervor.

En las crónicas de Fray Francisco Vásquez nos relata que Fray José de Moreira encomendó al Santo Hermano Pedro la procesión de Nochebuena, aproximadamente por el 1663. Cuenta Vásquez que desde que entraba el Adviento, el Hermano Pedro, disponiendo su alma para la venida de Dios en carne humana, colocaba en su morral la imagen de un pequeñito niño Jesús envuelto en pañalitos muy limpios que él mismo cosía y formaba de retazos de cambray y tela. Explica que para el Hermano Pedro, la Navidad era motivo de gozo y regocijo.

En la víspera de Navidad organizaba una procesión en vivo con personajes y séquito de pastores y hacía un recorrido que salía del Hospital de Belén, pasaba por la Merced y San Francisco. En ella iban los hermanos terceros y mucha gente con velas en las manos, rezando el rosario con mucha devoción. Cuentan que tal era el gozo del Santo, que él encabezaba la procesión e iba haciendo cabriolas para mostrar su gran alegría por el nacimiento de Jesús.

En la Misa de Gallo se cantaba el rosario y pequeñas coplas compuestas por el Hermano Pedro. Dicen que terminada la misa, el santo se dirigía a pie a Ciudad Vieja, para felicitar a la Virgen de la Concepción por el nacimiento del niño Jesús.

En la pintura: Santo Hermano Pedro y Posada en Antigua Guatemala
 

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