martes, noviembre 30, 2010

Tradiciones Dicembrinas en Guatemala I Parte

Las riquísimas tradiciones guatemaltecas ligadas al nacimiento de Cristo son múltiples y festivas. De hecho, el mes de diciembre en general es prodigo de fiestas conmemorativas a la Virgen. Además de Concepción, Guadalupe, Candelaria y la misma del Misterio de los Nacimientos. Lo importante es que en cada pueblo y en cada raza gira la vida en torno a sus creencias religiosas y muy especialmente a lo que se refiere a la consecución de la vida, a la muerte y al más allá. Por ello, poseen individualmente su propia fisonomía y su particular manera de manifestar sus impulsos espirituales, el amor, el temor y sobre todo su concepción de la divinidad. Ahora bien, en cada pueblo y en cada nación, existe también el orgullo de sus propios valores, y ostenta afanosamente su personalidad religiosa, con el deseo implícito de prologarla sobre el futuro. Es por ello que el guatemalteco persevera en su devoción a María y lo expresa de la forma más sincera y honesta, que además entraña una gran sencillez de espíritu. Ojalá las nuevas generaciones sepan conservar las viejas tradiciones para legarlas a su vez a la posteridad, porque en ellas es donde el espíritu auténticamente guatemalteco se va a prolongar. Daré inicio con esta recopilación de costumbres dicembrinas de manera cronológica:


QUEMA DEL DIABLO

El 7 de diciembre a las seis de la tarde tañe, en el campanario de la Catedral, la Chepona, anunciando el inicio de la quema del diablo. Se escuchan los pasos presurosos de las personas que caminan por las calles de la ciudad y las carreras inquietas de los niños con sus cohetes en bolsas esperando el momento para empezar a detonarlos. De pronto, suena el estallido de innumerables cohetillos por los cuatro costados de la capital, y en medio de las calles comienzan a elevarse en espirales de humo centenares de fogatas, que frente a las puertas de las casas, chisporrotean ruidosamente. En el interior de las viviendas los rezos de venerables ancianas invocan, en ombre de María Santísima, protección contra la acechanza diabólica y con ello la expulsión de tan temida presencia del seno de sus hogares. Mientras, en las cocinas humean alegremente las ollas de barro con ponche de frutas y los apastes de buñuelos en miel esperando el final de la oración para festejar la fiesta de la Purísima Concepción.


Origen y significado central de la fiesta

La Quema del Diablo en Guatemala se parece a una quema de fogatas que hacen en Italia y otra en España. Pero en este país centroamericano dichas fogatas tienen su propia personalidad la cual da Fe en la Virgen de Concepción.

Según el Lic. Celso Lara, el diablo ha sido siempre una figura de primer orden en la tradición popular guatemalteca. Está presente en cuentos, leyendas, teatro, oraciones, bailes y multitud de tradiciones que se entroncan y modifican con expresiones propias del mundo prehispánico indígena, pero guatemaltecas por derecho propio. Una de las más significativas y originales, pues sólo se reporta en Guatemala, es la Quema del Diablo.

Quien alguna vez haya visto desde el mirador de Antigua Guatemala o de la carretera a El Salvador la ciudad de Guatemala ese día, no negara la belleza del espectáculo. Analizando el origen de esta festividad a través de las versiones populares se encontró que para la época de la colonia se hacían Luminarias para las grandes festividades, exaltación de un rey al trono, el nacimiento de algún real primogénito, arribo de un arzobispo, etc. Esta fiesta secular también pasó al plano religioso, y entonces se hacían Luminarias para las grandes fiestas católicas de dos cruces o de doble mayor; estas Luminarias servían para iluminar la noche. Ya en la vida independiente, las Luminarias se redujeron en el plano secular a la noche del 14 de septiembre, vísperas del 15, fecha en que se conmemora la firma del Acta de Independencia de Centro América, y en el plano religioso a la Navidad, el día de Corpus Christi e Inmaculada Concepción. Otra versión apunta que dichas Luminarias se asociaron a la festividad del 7 de diciembre por la Quema del Diablo que se hacía en Santo Domingo el día del Rosario (se quemaba en el atrio un diablo con cohetes el primer domingo de octubre). Dicha asociación pasó por contagio al 7 de diciembre, pero también contribuyó en gran medida los sermones de los sacerdotes que hacían referencia al aplastamiento de la cabeza del diablo por la Virgen de Concepción. Entonces la idea de quemar al diablo llevó a la de sacarlo de los hogares, y desde entonces se quema algo viejo de la casa y se rocía con agua bendita las esquinas de las paredes, puertas y ventanas.

Otra versión que vincula aún con mayor fuerza la fiesta de la Quema del Diablo al Día de Concepción es la de los fogarones que se hacían para iluminar la procesión de la Virgen que salía del pueblo de Concepción Las Lomas y que llegaba a San Pedro. Ambos, en los viejos tiempos, constituían pueblos independientes que abastecían a la ciudad y que hoy constituyen parte de ella. El primero es parte de la zona 5 y el segundo de la 15.

La postura ecológica

Algunos hablan de que nuestras tradiciones han degenerado. Otros, que han evolucionado. Lo cierto es que ya casi no son como antaño. Antes, se sacaba lo viejo de las casas (viruta, periódico, tablas, chiriviscos, etc.) para quemarlo, ya que el diablo se caracteriza por todo lo viejo y lo sucio. Ahora, mucha gente aprovecha la ocasión para quemar basura sólo por quemarla. Es esa pérdida de significado la que da más énfasis a que los ecologistas opinen en contra de que siga la tradición porque contamina. Es por ello que hay que procurar utilizar materiales de fácil combustión y no tóxicos para el ambiente y la salud del hombre. Es decir, la tradición debe seguir pero sin perderse y sin quemar cosas tales como llantas, utensilios plásticos, colchones, botes de aerosol, basura, ropa, etc.

Devolvamos la pureza de las tradiciones para que perduren. Incentivemos a los más pequeños a perseverar en esta riqueza cultural que tanto distingue al país. Prolonguemos esta bonita y alegre tradición de la quema del diablo, sin afectar al medio ambiente. En palabras de nuestro Alcalde Capitalino “Tú eres la ciudad” evitemos dar una mala imagen de nuestra Guatemala al mundo.


Tradición Oral

No podían faltar los cuentos de miedo narrados por los abuelitos mientras se degusta de la rica merienda. Basta imaginar la rueda de niños sentados en el suelo prestando atención a los ademanes del cuentista, y disfrutar de los brincos de susto que éstos pegaban al menor ruido alrededor. Les dejo una pequeña historia en relación a la quema del diablo:

EL DIABLO BURLADO: Le voy a contar lo que le paso al diablo un siete de diciembre. Teníamos en la casa todavía a mi abuelita. Nosotros vivíamos en el barrio de La Ermita, en la Calle de la Esperanza. Todos los días la viejita, que era una cucaracha de iglesia, iba a misa a ver a nuestro amo ¡como era tan católica! El día de la Quema del Diablo mi abuelita y todos nosotros habíamos reunido cuanto chirivisco y hojas secas encontramos en la casa. El siete la viejita mandó a mis sobrinos a recoger chiriviscos al Potrero de Corona. Así lo hacia todos los años. A las seis de la tarde en punto encendió el fogarón y empezó a echar agua bendita por todas partes gritando: ¡Demonio maldito, salí de donde estás escondido, y ándate al infierno! Pues va a ver usted, que dice mi abuelita que de un rincón de su cuarto salió el diablo y se le fue encima, entonces ella como no tenía con qué defenderse se sacó el rosario del pecho y se lo tiro al diablo y le quebró una canilla. Cojeando entonces el pobre diablo, con la cola entre las patas, salió corriendo y se tiró a la fogata que habían hecho. Yo le digo la verdad, por Diosito que sí: Vi a un señor peludo que pasó cerca de mí y se tiró al fuego, dejando una hedentina a azufre. Al ratito salió mi abuelita dando gritos y bajando todos los santos de la corte celestial, estaba muy asustada. El pobre diablo, para variar, salió jodido en su día.

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