martes, enero 22, 2013

Carlos Mérida

Carlos Mérida. Genio de la geometría en movimiento.

Nació el 2 de diciembre de 1891 en Quetzaltenango. Fue un pintor y escultor. Su arte fue cambiante en todas sus etapas, iniciándose en un estilo europeo, y más tarde en un estilo precolombino. Su vida creativa fue desarrollada entre Guatemala y México. Fue padre de la destacada bailarina de ballet y coreógrafa mexicana Ana Mérida.

Nacido en el seno de una familia de clase media, su padre era abogado y su madre, de origen español, fue maestra de escuela. En su adolescencia comenzó a estudiar escultura, pero sus profesores le convencieron de cambiar a pintura. Viajó en su juventud a Europa, junto con el también pintor guatemalteco Carlos Valenti. En 1919 se trasladó a México, donde se destaca en la renovación del muralismo mexicano.

En 1922 Mérida trabajó con Diego Rivera para pintar los murales del Anfiteatro Bolívar en la Ciudad de México. Junto con Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros fundó el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores. Su primer obra personal fue en 1923 cuando pintó la Biblioteca Infantil del Ministerio de Educación Pública de Guatemala ("Caperucita roja y los cuatro elementos"). En 1927 regresó a París, donde estuvo dos años y contactó con Paul Klee, Miró y las nuevas corrientes artísticas; como resultado de ello abandonó la figuración política para desarrollar una etapa marcada por la abstracción en la forma y sus raíces indígenas en los temas.

El mural "Seguridad Social" Ubicado en el edificio central del IGSS.

Mérida siempre publicó con orgullo su ascendencia maya-quiché y española. A la vuelta de su viaje a París, en 1929, fue nombrado director de la Galería del Teatro Nacional en México, y tres años más tarde dirigió la Escuela de Danza.

En 1940 participó en la Exposición Internacional Surrealista celebrada en México. Un año más tarde fue nombrado profesor de arte en el North State Teacher College en Denton, Texas, y a partir de 1949 comenzó sus investigaciones sobre integración de las artes, aplicando los resultados en los murales que realizó para la Secretaría de Recursos Hidráulicos (1949), para el centro infantil del multifamiliar "Miguel Alemán" de Av. Coyoacán en 1950, y para el edificio multifamiliar "Presidente Juárez", en la ciudad de México (1950-1952); en este último la temática se centró en torno a una serie de leyendas mexicanas acerca del origen del mundo —"El Popol Vuh" (aludiendo al libro antiguo descubierto en Guatemala de los maya-quichés, "Los ocho dioses del olimpo mexicano", "El Ixtlexilt", "Los cuatro soles"—. Los multifamiliares Juárez y los murales fueron severamente dañados por el temblor del 19 de septiembre de 1985.

Mural en vidrio titulado "La confluencia de las
civilizaciones en las Américas" Expuesto
en el Centro Cívico en San Antonio, Texas.
Desde 1950 su arte experimenta ciertos cambios y su obra ofrece un estilo más próximo al constructivismo, como se observa en el edificio de Reaseguros Alianza de la ciudad de México, cuyo mural "Estilización de motivos mayas" (1953) está realizado en mosaico de vidrio. Con esta misma técnica, en la década de 1950 realizó diversos murales para empresas comerciales y privadas mexicanas. También en 1956 realizó, en el Palacio Municipal de Guatemala, un mosaico de vidrio (La mestiza de Guatemala). Desde entonces, Mérida alternó la realización de murales para México y Guatemala, en los que dominaban motivos abstractos y constructivos. Con el espíritu innovador que le caracterizaba, en 1964 hizo un muro vitral en la sala "Cora Huichol" (Los adoratorios) del Museo Nacional de Antropología de México D.F. y en 1968, otro en el Centro Cívico de San Antonio (Texas) (La confluencia de las civilizaciones en América). En 1965 recibió la medalla de oro de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes de Guatemala, y en 1980 "Orden del Águila Azteca" de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Falleció el 21 de diciembre de 1984 en Ciudad de México.


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Dr. Rodolfo Robles Valverde

Rodolfo Robles, médico y filántropo.

Rodolfo Robles Valverde es sin lugar a dudas el científico más reconocido de Guatemala. Nació en Quetzaltenango el 14 de enero de 1878, estudió la primaria con los jesuitas en California, Estados Unidos, concluyendo luego la secundaria en Quetzaltenango en el centenario Instituto Normal para Varones de Occidente (INVO), de donde se graduó como Bachiller a los 15 años de edad.

Luego se trasladó a París a estudiar medicina; como sabemos, durante el siglo XIX y principios del XX la mejor escuela de medicina del mundo era la francesa, de tal cuenta que los más destacados médicos de la época eran graduados por la Universidad de París. El doctor Robles se graduó con honores (cum laude) como Médico y Cirujano en 1904. Continuó en Francia sus estudios especializándose además en medicina “colonial”, medicina marina, micología y microbiología, siendo nombrado por sus méritos académicos en 1923 como “Caballero de la Legión de Honor de la Universidad de París”, distinción que recibió de manos del Presidente francés. Contrajo matrimonio en 1914 con Julia Herrera Dorión, con quien procreó dos hijos, uno de ellos dedicado también a la medicina.

En aquella época se presentaba con frecuencia la ceguera en niños, especialmente en sitios de la costa sur de Guatemala y de otros países, a la que los médicos de ese entonces denominaban como “Erisipela de la costa”, problema que llamó la atención del doctor Robles. En 1915, el doctor Robles inició su investigación para identificar la naturaleza de los tumores subcutáneos que aparecían en los pacientes, habiendo descubierto la presencia de la microfilaria (oncocercosis), al observar un fino cordón dentro del tumor que le extirpó a un niño de 11 años llamado Alberto Ruiz. En la exploración que realizó inmediatamente después, confirmó que la oncocercosis es una enfermedad causada por un parásito de la especie Onchocerca Volvulus, que produce una infección crónica del tejido subcutáneo en la piel y en los ojos, lo que causa la ceguera. El ácaro es transmitido por un díptero.

A partir de su hallazgo, el doctor Robles presentó el estudio de Oncocercosis humana productora de la ceguera en la Sociedad Patológica de París un 9 de julio de 1919, habiendo sido laureado por la Academia e invitado a participar como investigador en los laboratorios del profesor Galliard, uno de los más reconocidos mundialmente en la época.

Su interés científico le llevó a estudiar otros temas médicos, así como de la naturaleza; en este campo, realizó análisis en Aguas Amargas y Aguas Georginas de Zunil, ambas en Quetzaltenango. Y como académico se dedicó a la docencia siendo famosas sus lecciones sobre anatomía, patología y dermatología, entre otras. El doctor Robles fue también un filántropo, no cobraba sus servicios profesionales a los que no tenían recursos.

Como ciudadano participó en la conjuración que intentaba derrocar a su conciudadano, el dictador Manuel Estrada Cabrera, quien enterado le envió amenaza de encarcelamiento, lo que obligó al doctor Robles a huir hacia México. Pero estando en la frontera, su amigo Máximo Stahl, le conminó a no huir, advirtiéndole: “tú estarás lejos, pero el dictador se vengará con los tuyos”, por lo que volvió a Guatemala.

En vida recibió muchas distinciones nacionales e internacionales, habiendo fallecido a los 52 años de edad el 8 de noviembre de 1930. Su epitafio reza: “Aquí yace lo que fue mortal del Doctor Rodolfo Robles Valverde”.

Quetzaltenango le recuerda, entre otras formas, con una importante vía que lleva su nombre, la calle Rodolfo Robles, en donde se encuentra también un monumento a su memoria.

El doctor Robles es un orgullo quetzalteco, y un prestigio para Guatemala.

José Milla y Vidaurre


Ilustración de Marvin Olivares

Nació un 4 de agosto de 1822 en Ciudad de Guatemala. Considerado uno de los mejores escritores del siglo XIX  y fundador de la novela en la literatura; en especial, destacó en la narrativa histórica.

Conocido también como Pepe Milla. Firmó algunos de sus libros con el anagrama Salomé Jil. Nació en una familia bien establecida, probablemente propietaria desde la época colonial de heredades en el actual departamento de Jutiapa. Durante su juventud, vio los múltiples conflictos que la recién independiente Guatemala debería afrontar por las pugnas entre liberales y conservadores; no ejerciendo protagonismo político, no obstante, propugnó cierta afinidad al partido conservador, de tendencia absolutista y negado a reformas, probablemente por la clase social de la que provenía y por su ascendencia española sin mestizaje, símbolo de poder en una sociedad de castas altamente excluyente.

Inició sus primeros estudios en el Colegio Seminario, y luego en la Escuela de Derecho de la Universidad de San Carlos Borromeo. Dejó las ciencias jurídicas para seguir su inminente vocación, la literatura, en la que habría de ser prolífico autor de muchos libros. Desempeñó varios cargos en el gobierno conservador del dictador vitalicio Rafael Carrera (con quien primeramente discrepó); entre ellos, secretario de la Hermandad de Caridad del Hospital General de Guatemala, oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores y subsecretario general. Fue también un destacado periodista y colaboró en medios como La Gaceta Oficial y La Semana. Casado con una pariente, descendencia suya se uniría a la hija del primer gobernante de las dictaduras liberales, Miguel García Granados, conformando así una típica familia en la línea de la endogamía colonial del país.

A él se debió, en gran medida, la reconsideración de la obra del poeta José Batres Montúfar, de recuerdo relegado aun en el entorno nacional del momento. Al caer el gobierno conservador, en el año 1871, viajó por Europa y Estados Unidos, visto con desconfianza por el nuevo régimen liberal. En París, Milla fue redactor de "El Correo de Ultramar". Por entonces, escribió Un viaje al otro mundo pasando por otras partes en el que aparece uno de sus más conocidos personajes, Juan Chapín, representación del guatemalteco medio.

Milla destacó siempre en los escritos de ámbito costumbrista, como Memorias de un abogado, tal vez una de las novelas mejor logradas. En el periódico La Semana, del que fue director, publicó sus Cuadros de costumbres. Otras novelas históricas, La hija del Adelantado (1866), Los Nazarenos (1867), El Visitador (1867) y El libro sin nombre. Con esos textos, se le elogiaría como uno de los principales escritores de novelas históricas del siglo XIX en Hispanoamérica, cuando el género por las influencias románticas, gozó de gran popularidad entre el público decimonónico.

En la mayoría de sus escritos retrató la Colonia y la idiosincrasia de entonces. Asimismo, en sus obras costumbristas mostró una puntual descripción de la sociedad de su tiempo. Autor también de la leyenda en verso Don Bonifacio (1862) y de Una Historia de la América Central, desde su descubrimiento hasta su independencia (1879), escrita a sueldo por petición del caudillo liberal Justo Rufino Barrios.

Socio correspondiente de la Real Academia Española; delegado en Guatemala del Congreso de Americanistas de Bruselas; miembro honorario de la Sociedad Literaria Internacional de París; miembro correspondiente de la Academia de Letras de Santiago de Chile; Asistente del Ateneo de León, Nicaragua, miembro de la Sociedad Económica de Amantes del País y de El Porvenir, cuando regresó luego de 3 años de ausencia. Falleció el 30 de septiembre de 1882, constituyéndose sus funerales en un masivo reconocimiento a sus méritos literarios.

Se ha vinculado a José Milla y Vidaurre con el municipio de Quesada, departamento de Jutiapa, Guatemala, porque vivió allí durante 8 años, lugar que le encantó cuando lo visitó por primera vez entre los años 1849 y 1850, en compañía de Rafael Carrera, siendo propietario de una hacienda en esa jurisdicción. "A mediados de la década de 1870, Don José Milla y Vidaurre, figura como propietario de la Hacienda, a la cual, regresó después de casi tres años de auto exilio, por diferentes países de Europa, en compañía imaginaria de Juan Chapín, a quien instruía y de quien se instruía, pues nunca dejó de ser un producto y un testimonio de la cultura nacional. En 1874, Don José Milla regresó a Quesada, pues era un lugar con una privacidad envidiable para poder escribir, en vista que éste seguía siendo su denuedo, y una fuente de ingresos segura. ".

Antes del fallecimiento de don Pepe Milla, como lo llamaban los habitantes de la hacienda de Quesada, ellos habían tratado con él la compraventa del Inmueble, pero debido al óbito las diligencias del contrato las realizó su esposa y demás herederos, interviniendo en gran parte para que esta fuera destinada única y exclusivamente a los colonos.

El verdadero chapín ama a su patria ardientemente, entendiendo con frecuencia por patria la capital donde ha nacido; y está tan adherido a ella, como la tortuga al carapacho que la cubre. Para él, Guatemala es mejor que París; no cambiaría el chocolate, por el té ni por el café (en lo cual tal vez tiene razón). Le gustan más los tamales que el vol-au-vent, y prefiere un plato de pipián al más suculento roastbeef. Va siempre a los toros por diciembre, monta a caballo desde mediados de agosto hasta el fin del mes; se extasía viendo arder castillos de pólvora; cree que los pañetes de Quezaltenango y los brichos de Totonicapán pueden competir con los mejores paños franceses y con los galones españoles; y en cuanto a música, no cambiaría los sonecitos de Pascua por todas las óperas de Verdi. Habla un castellano antiquísimo: vos, mirás, tené, andá; y su conversación está salpicada de provincialismos, algunos de ellos tan expresivos como pintorescos…” (tomado de Cuadros de costumbres.)

viernes, enero 18, 2013

VIDA Y MUERTE. COSMOVISIÓN MAYA



¿Quién no ha pensado en la muerte? En su propia muerte.
A muchos esta pregunta les causa miedo, terror, pánico; otros prefieren no pensar en ello y simplemente esperar el momento en que la muerte les llegue, como si estuviera lejos aún. Sin embargo, la muerte es algo con lo que convivimos todo el tiempo, en todo momento; está con nosotros ahora y lo estará mañana y pasado mañana así como lo estuvo ayer, pues es parte de la misma vida. Por ello, no podemos negar que se encuentra entre nosotros y nos acompaña el día de hoy. En los idiomas mayas, como en el Kaqchikel, la palabra KAMÏK significa MUERTE pero a la vez significa AHORA u HOY, pues la muerte puede ser para muchos, ahora u hoy.

La Comunidad Maya cree en la Dimensión Energética
a donde van las almas a prepararse para volver a nacer.

EL FENÓMENO CÍCLICO DE LA VIDA


La muerte en la cultura maya no es algo que cause miedo, pues no significa el fin de la existencia, sino más bien, un cambio de estado donde lo material se vuelve energía para ubicarse en el mismo espacio pero en otra dimensión, una dimensión energética a donde sólo podemos trasladarnos cuando se experimenta la muerte.

En la cultura maya, el momento de la concepción del ser no es el inicio de la vida, más bien, es una nueva forma de dar continuidad a la vida, alguien que viene para servir, luego morir, pero seguir viviendo y así sucesivamente. Este es el fenómeno cíclico de la vida, energía-embrión-energía. Se viene a esta vida para desarrollar la misión que cada uno trae para su comunidad, misión marcada de acuerdo al día de nacimiento según el Calendario Sagrado Maya. Además de venir a incrementar la conciencia y las capacidades para ser mejores seres.

El Pop Vuh, libro sagrado de los mayas, relata que Junajpú e Ixbalanqué decidieron cómo morir, sus huesos fueron molidos y luego tirados al río, enseguida aparecen en el río como dos grandes hombres-peces y más tarde aparecen como dos ancianos harapientos ante los señores de Xibalbá. Esto nos indica que morimos tantas veces como nacemos en diferentes lugares de la tierra, y mientras mejor seamos en la vida presente, mejoraremos nuestra vida futura para el servicio de la comunidad, en otras palabras, la vida después de la muerte se condiciona por la forma de vivir actualmente y mejora a medida en que aprendemos a vivir de una mejor manera con nuestros semejantes y el universo que nos rodea, del cumplimiento de los valores que la sociedad ha aceptado y se obedecen como forma de vida.

CONVIVENCIA CON LOS MUERTOS

Ritual Maya
Considerando que la muerte es sólo un cambio de estado físico a un estado espiritual donde también se necesita del apoyo de los que aún estamos aquí, se celebran rituales en las distintas comunidades mayas para el día 2 de noviembre, el día de todos los difuntos, así como actividades muy alegres para la convivencia con los familiares y amigos que se encuentran con nosotros en otro estado de la vida, en estado espiritual. Todo  esto se ofrece a los difuntos como un recordatorio de lo que cada uno de ellos hizo en vida, así mismo como una forma de agradecer la generación que han dejado, donde también se les pide ayuda espiritual.

LA RELACIÓN CON LOS MUERTOS (QATI’T, QAMAMA’)

Un legado de la cultura maya que muchos acostumbramos hoy en día es hablar con nuestros muertos. Es algo natural, no temible, y se hace con mucha reverencia. Además ellos están presentes siempre en ocasiones de fiesta y de dolor. Muchas comunidades incluso acuden a estas energías espirituales para solicitar guía y sabiduría en la solvencia de problemas o enfermedades.

LA COMUNICACIÓN CON LOS MUERTOS A TRAVÉS DE LOS SUEÑOS

Los sueños y su interpretación son de todas las culturas, no específicamente para la maya. En el caso de nuestra cultura, nuestros abuelos los Mayas lograron desarrollar a plenitud la habilidad de comunicarse con los antepasados a través de los sueños. Esta forma de comunicación se da cotidianamente. A través de los sueños los muertos  nos anuncian las alegrías, las penas, los problemas; ellos anticipan las cosas, los anuncios positivos o negativos que ellos presentan; todo ello  depende de la buena relación y del servicio que se les ha dado. Algo que no se debe hacer, según la comunidad maya es comer o beber de la ofrenda que se le deja a un difunto en su altar, ya que con toda seguridad el espíritu de esa persona se manifestará a través de un sueño y le hará saber lo molesto que está por haber tomado lo que no le pertenecía. Tal parece que desde el más allá y a través de los sueños los muertos nos siguen educando para la práctica de los valores culturales.

CEMENTERIO, LUGARES SAGRADOS DONDE DESCANSAN LOS MUERTOS

¡Se nos adelantó don Juan, ya lo alcanzaremos...!
¡Se fue la Nía Rosa, ya la iremos a acompañar...!
Son expresiones que se escuchan en los cementerios cuando se va a sepultar el cuerpo de una persona. Estas expresiones nos vuelven a recordar que existe un lugar a donde todos llegaremos, un lugar donde todos tenemos que  pasar para continuar con nuestra vida espiritual.

 En el contexto de la cultura maya, todo es sagrado, un árbol, el agua, la tierra, los animales, las personas, los alimentos, todo es sagrado; así mismo lo son los cementerios. Un cementerio es  pues un lugar sagrado donde van a dar todas las generaciones que han pasado por esta vida y han educado y servido a los Creadores y Formadores como a las personas que pasamos por este mundo. Es un lugar donde prevalece el silencio, la ornamentación y al mismo tiempo la energía de todos los difuntos, energía que puede sentirse al momento de ingresar a un cementerio y que en algunos casos benefician a la persona y en otros no. Esto depende de la vida armoniosa de la persona. Los cementerios son lugares que merecen cuidado y protección ya que si los descuidamos perderemos la ilación con nuestros antepasados y luego nos perderemos como humanos. Es por esta forma de pensar que en el día de los difuntos los cementerios son adornados con hojas de pino, flores, coronas y se sirven, alrededor de los panteones, licor, elotes, güisquiles, naranja, chocolate y otros para compartir con los difuntos (ellos se alimentaran de los aromas que despiden dichos alimentos).

LOS BARRILETES Y LA COMUNICACIÓN CON LAS ABUELAS Y ABUELOS

En todas las comunidades Mayas, para el mes de noviembre, se elaboran barriletes pequeños de nylon o papel de china de diferentes colores, regularmente son fabricados por niños y jóvenes y son ellos quienes los elevan por el aire. Para los mayas volar un barrilete simboliza la elevación del cuerpo en estado material a lo espiritual, también es un elemento que permite la comunicación con los muertos. Hoy día la elaboración y el juego de barriletes se han convertido en un arte, una expresión de poesía que desarrollan niños y adultos. Sin embargo, lo más importante es que no ha perdido su objetividad: el respeto y la comunicación con las abuelas y los abuelos. En Guatemala, particularmente en las comunidades de Sumpango y Santiago Sacatepéquez, la elaboración y vuelo de barriletes ha tomado mayor auge cada año. En Santiago Sacatepéquez los barriles se elaboran para ser elevados en el cementerio de la localidad donde se da la relación con los muertos. Sumpango se diferencia con la realización de festivales de barriletes gigantes con mensajes reivindicativos a la cultura Maya. En sí, ambos pueblos apuntalan hacia el desarrollo y la reivindicación de la cultura maya.

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