sábado, octubre 30, 2010

Tradiciones Novembrinas en Guatemala I Parte

Estamos a las puertas de celebrar un año más las exquisitas tradiciones de Noviembre. Como buenas ovejas de rebaño muchos seguimos estas costumbres sin tomarnos el tiempo para conocerlas, entenderlas, apreciarlas y valorarlas, y con ello preservarlas en la memoria, principalmente en la de los niños quienes serán portavoces de nuestras costumbres en lontananza.

Dejo esta interesante investigación que Don Celso Lara Figueroa expusiera en la Universidad de San Carlos de Guatemala, al respecto del simbolismo y significado del Día de Todos los Santos y el de los Muertos. En la cual señala que el significado antropológico del Día de las Ánimas (los Santos) y de los Difuntos va más allá del mundo cristiano. Dentro de este contexto, debe entenderse que el Día de los Santos (1/NV) y el día de los Fieles Difuntos (2/NV) ocupan el campo de la religiosidad popular del país.


El Alma

Las definiciones dogmáticas se ocupan casi siempre de la relación entre "alma" y "espíritu". Cierto es que el hombre tiene una sola alma, el "ánima intelectual" que es inmortal y es "forma corporis". El alma es creada por Dios y no tiene existencia precorporal. Constituye el principio vital del hombre. El alma regresa a Dios cuando la persona muere.

En el idioma corriente las palabras "alma" y "ánima" son sinónimas. La palabra "alma" abarca todos estos conceptos, mientras que la palabra "ánima" se refiere más bien al espíritu de los difuntos, que suben al purgatorio o al cielo. La despedida del alma, en la noche del último velorio, es un rito importante, asegura el paso tranquilo del alma hacia el mundo del más allá. Según la doctrina oficial, las almas “de los buenos” (éticos) van al cielo y las almas “de los malos” (émicos), al infierno. Las almas “en pena” van al purgatorio. El pueblo cree que las ánimas del purgatorio salen a rezar de noche para pagar sus penas y para anunciar la muerte de un pariente.

Los vivos pueden ayudar a las ánimas en pena con obras pías, rezos, limosnas, sacrificios e indulgencias. Todavía la iglesia católica enseña que ciertos actos religiosos, tales como peregrinaciones a ciertos lugares o la asistencia a celebraciones especiales, resultan en una "indulgencia plenaria" para las ánimas del purgatorio.

Ya en la primitiva iglesia, los cristianos romanos solían orar por los difuntos. Tanto los vivos como los muertos pertenecen a la “comunidad de los santos” o sea, todos los que creen en Jesucristo forman una comunidad. Así los vivos y los muertos pueden ayudarse mutuamente. Eso explica por qué los fieles no sólo rezan para sus deudos sino también a las ánimas del purgatorio. Por cierto, la liturgia oficial no tiene oraciones a las ánimas ni tampoco fomenta el culto para ellas; sin embargo, no está prohibido rezar a las ánimas. Algunos teólogos, con mucho cuidado, afirman que si es posible que las ánimas del purgatorio puedan ayudar a los vivos, especialmente a sus parientes. Dicen que Dios quiere a las almas en pena y, por amor, Dios les concede favores. El pueblo cree que las almas pueden asistir a los vivos y así ganarse méritos. Hay que distinguir entre oraciones en favor de las ánimas y dirigidas a ellas. He aquí un fragmento de la misma:
"Oh mis Trece Animas Benditas, a Uds. Mis trece Animas Benditas, sabias y entendidas, a Uds. Agradecida".

El Ánima y Espíritu

En la terminología popular se usan las palabras "alma" y "ánima" para referirse a los "muertos". En la definición popular la palabra "espíritu" significa un ser sobrenatural que se puede manifestar a través de un médium en trance o aparece a los vivos en sueños o visiones, para ayudarlos o perjudicarlos. Estos espíritus pueden ser espíritus de la naturaleza, seres sobrenaturales que guardan la flora y fauna, espíritus de personajes difuntos, divinidades de la teogonía de algunos grupos étnicos en África Occidental, divinidades de la mitología indígena maya, espíritus burlones de origen diverso.

Pero es cierto que muchas "ánimas" veneradas por el pueblo guatemalteco bajo forma de "santo popular" o "muerto milagroso" son invocadas también por espiritistas y se manifiestan como "espíritus" en los médiums. Los mismos espiritistas afirman que reciben "ánimas" que trabajan a través de ellos, como por ejemplo las "ánimas" de médicos muertos que llevan a cabo ritos curativos. Pero luego usan la palabra "espíritu" también. Es cierto que la distinción entre "ánimas de los difuntos" y “espíritus de la naturaleza”, que moran en selvas o ríos es más fácil. El culto para un "muerto milagroso" nace cuando hace caso de las súplicas y los fieles pagan las promesas al cumplirse el favor. Luego aparecen placas votivas en las tumbas o se construyen capillas, así nace un lugar de devoción y se puede hablar de un “culto para un santo popular”.

El culto a los Santos

En la mayoría de las religiones principales encontramos divinidades menores, que sirven como intermediarios entre el ser supremo y los hombres y a los cuales los humanos acuden con mayor frecuencia en pos de ayuda. En el concepto cristiano-católico, estas "divinidades" son los "santos". Estos eran hombres y mujeres que en vida se destacaron por sus virtudes y con una vida ejemplar. Todas las iglesias son consagradas a un determinado santo, cuyas reliquias se encuentran en los altares. Los fieles veneran las imágenes o estatuas de santos considerados milagrosos. En algunos casos, los santos eran pecadores, quienes se arrepintieron de sus maldades, sirviendo así como ejemplo a los hombres, que son pecadores también. Por cierto, estas creencias no son compartidas por la Iglesia, forman parte del acervo popular. Las plegarias dirigidas a los santos, sin embargo, forman parte de la liturgia oficial. A menudo lo santos tienen funciones específicas: San Blas cura las enfermedades de la garganta, Santa Bárbara protege contra los rayos, San Ramón calla a los enemigos, etc. Ciertos santos son invocados con ritos exorcistas. Es el aspecto utilitario del culto a los santos.

Muchos objetos sagrados están asociados al culto: emblemas, imágenes, estatuas, reliquias. Jaculatorias: “Milagrosísimo San Judas, ruega por nosotros.” La devoción al Espíritu Santo se puede expresar en uno de los fragmentos de la oración:
“Espíritu Santo, Tú que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos, para que yo alcance mi ideal. Gracias por los favores recibidos”.

Según la Doctrina católica, un santo tiene que ser "canonizado" o declarado "santo" solemnemente por el Papa. A la canonización anteceden diferentes pasos. El tribunal del Vaticano, la Santa Rota es responsable. El primer título que otorga la Santa Rota es "Siervo de Dios", luego la persona muerta con fama de santo obtiene el título "Venerable". Para comprobar un milagro las exigencias son aún más rigurosas.

Durante la Edad Media la canonización era más fácil. Se crearon muchos santos porque la iglesia aceptaba los testimonios de la religiosidad popular sin reservas, considerando aquello de "vox populi vox Dei". Muchos santos fueron venerados también sin ser canonizados, tales como San Juan de Mato o San Félix de Valois. Otro Promotor de Fe, que precedió al Papa Benedicto XIV fue el Padre Jean de Launoy (1603-78), el "dénicheur de saint" porque en los procesos votó a menudo contra la canonización de un "santo popular".

Finalmente, el estudio del nacimiento de la devoción a un "ánima" sirve como ejemplo del nacimiento de muchos santos de la Edad Media.

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